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CARTONERÍA MEXICANA. Una tradición ancestral.
Una de las tradiciones mexicanas menos conocidas y valoradas por los mismos mexicanos es la creación de obras de papel, pintadas a pincel con multiples colores. Que lo mismo pueden representar catrinas, judas, mojigangas, lolitas, piñatas, tipos populares; o incluso muebles, utensilios de cocina, instrumentos musicales, herramientas de trabajo o cualquier figura que la imaginación del artesano logre concebir.
La mayoría piensa que la cartonería se reduce a crear alebrijes, que sin duda hermosos, también forman parte de las tradición artesanal ya mencionada.
El origen de la cartonería mexicana se remonta a tiempo antes de la llegada de los españoles a nuestro continente, cuando pueblos de la región de Oaxaca, tales como los mixtecos y zapotecos, o los Huicholes en la Sierra Madre Occidental, elaboraban para sus festejos religiosos, diversas máscaras y tocados rematados con plumas de aves o pieles de animales que ellos consideraban sagrados, la creación de las máscaras se hacía con un decorado multicolor que buscaba atraer la atención de quien las observaran. Así mismo, los mexicas y tlaxcaltecas utilizaban el papel amate para dar cuerpo a algunas de sus deidades en sus celebraciones religiosas.
Más adelante, en la época colonial los artesanos españoles e indígenas retomaron la tradición de crear esculturas de papel muy coloridas, con esqueleto de carrizo, utlizando pegamento como el engrudo hecho principalmente con harina de trigo. Durante la última parte del siglo XIX y principios del siglo XX el pintor y grabador mexicano llamado José Guadalupe Posada, nos legó una buena cantidad de obras en las que retrató esqueletos y animales convertidos en híbridos, es decir, animales mezclados entre sí.
Y fue en los años 30s del siglo pasado, que en el barrio de la Merced, el cartonero Pedro Linares López, nutrió aún más este oficio con su imaginación, al relatar que encontrándose muy enfermo y desahuciado por los médicos de su tiempo, tuvo un sueño en el que se observó así mismo en medio de un bosque muy oscuro, sin saber adonde ir; cuando de pronto vio que se iluminaba el lugar con los colores de figuras fantásticas, producto de la trasformación que piedras, nubes, árboles y animales estaban sufriendo. Estas mágicas criaturas gritaban fuertemente la palabra Alebrije, el estruendo lo hizo correr buscando una salida, hasta que encontró a un hombre sin rostro que le indicó un camino en el que había una ventana que flotaba en el bosque, sin otra opción, se introdujo por la misma y al pasar al otro lado, despertó completamente sanado.Como sus familiares no se explicaban tal situación, él quiso mostrarles los Alebrijes que lo ayudaron a curarse y se puso a fabricarlos, pues conocía el trabajo de crear con papel. Algunas de esas figuras las ponía a secar al sol fuera de su humilde taller, hasta que una tarde un señor de origen extranjero las notó y le ofreció venderlas. Debido a su necesidad económica aceptó, lo que permitió que más personas pudieran conocer sus trabajos e incluso lo invitaran a exponerlos en sitios tan lejanos como Japón.
Desgraciadamente la elaboración de una obra de cartonería puede durar hasta cientos de horas, por el proceso de construcción, secado, endurecimiento y pintura detallada, que hace que esas piezas sean muy bellas pero costosas, razón por la cual la mayor parte de los mexicanos no están interesados en adquirirlas.
Independientemente de su aspecto impactante o feroz, las esculturas de papel hechas por los tradicionales cartoneros mexicanos, reflejan claramente el cariño y dedicación de los artesanos de nuestro país, por lo que debemos valorar mejor este trabajo, que al final de todo y por ser herederos de tan rica cultura, nos da el privilegio de conocerla y admirarla.
Una de las tradiciones mexicanas menos conocidas y valoradas por los mismos mexicanos es la creación de obras de papel, pintadas a pincel con multiples colores. Que lo mismo pueden representar catrinas, judas, mojigangas, lolitas, piñatas, tipos populares; o incluso muebles, utensilios de cocina, instrumentos musicales, herramientas de trabajo o cualquier figura que la imaginación del artesano logre concebir.
La mayoría piensa que la cartonería se reduce a crear alebrijes, que sin duda hermosos, también forman parte de las tradición artesanal ya mencionada.
El origen de la cartonería mexicana se remonta a tiempo antes de la llegada de los españoles a nuestro continente, cuando pueblos de la región de Oaxaca, tales como los mixtecos y zapotecos, o los Huicholes en la Sierra Madre Occidental, elaboraban para sus festejos religiosos, diversas máscaras y tocados rematados con plumas de aves o pieles de animales que ellos consideraban sagrados, la creación de las máscaras se hacía con un decorado multicolor que buscaba atraer la atención de quien las observaran. Así mismo, los mexicas y tlaxcaltecas utilizaban el papel amate para dar cuerpo a algunas de sus deidades en sus celebraciones religiosas.
Más adelante, en la época colonial los artesanos españoles e indígenas retomaron la tradición de crear esculturas de papel muy coloridas, con esqueleto de carrizo, utlizando pegamento como el engrudo hecho principalmente con harina de trigo. Durante la última parte del siglo XIX y principios del siglo XX el pintor y grabador mexicano llamado José Guadalupe Posada, nos legó una buena cantidad de obras en las que retrató esqueletos y animales convertidos en híbridos, es decir, animales mezclados entre sí.
Y fue en los años 30s del siglo pasado, que en el barrio de la Merced, el cartonero Pedro Linares López, nutrió aún más este oficio con su imaginación, al relatar que encontrándose muy enfermo y desahuciado por los médicos de su tiempo, tuvo un sueño en el que se observó así mismo en medio de un bosque muy oscuro, sin saber adonde ir; cuando de pronto vio que se iluminaba el lugar con los colores de figuras fantásticas, producto de la trasformación que piedras, nubes, árboles y animales estaban sufriendo. Estas mágicas criaturas gritaban fuertemente la palabra Alebrije, el estruendo lo hizo correr buscando una salida, hasta que encontró a un hombre sin rostro que le indicó un camino en el que había una ventana que flotaba en el bosque, sin otra opción, se introdujo por la misma y al pasar al otro lado, despertó completamente sanado.Como sus familiares no se explicaban tal situación, él quiso mostrarles los Alebrijes que lo ayudaron a curarse y se puso a fabricarlos, pues conocía el trabajo de crear con papel. Algunas de esas figuras las ponía a secar al sol fuera de su humilde taller, hasta que una tarde un señor de origen extranjero las notó y le ofreció venderlas. Debido a su necesidad económica aceptó, lo que permitió que más personas pudieran conocer sus trabajos e incluso lo invitaran a exponerlos en sitios tan lejanos como Japón.
Desgraciadamente la elaboración de una obra de cartonería puede durar hasta cientos de horas, por el proceso de construcción, secado, endurecimiento y pintura detallada, que hace que esas piezas sean muy bellas pero costosas, razón por la cual la mayor parte de los mexicanos no están interesados en adquirirlas.
Independientemente de su aspecto impactante o feroz, las esculturas de papel hechas por los tradicionales cartoneros mexicanos, reflejan claramente el cariño y dedicación de los artesanos de nuestro país, por lo que debemos valorar mejor este trabajo, que al final de todo y por ser herederos de tan rica cultura, nos da el privilegio de conocerla y admirarla.
SARR Cartonería.
Arte Mexicano con Tradición.
Arte Mexicano con Tradición.
1.-En la primera fotografía aparece la maestra Sandra Rodríguez con su Alebrije Monumental para el 7º Desfile de la Ciudad de México, su nombre: Fortunato y su número de participante es: 132.
En la segunda fotografía vemos a los maestros Sandra y Alberto Rodríguez Rodríguez con su Alebrije Monumental participante del 7º Desfile de la Ciudad de México el 9 de noviembre de 2013, organizado por el MAP, llamado Fortunato.
La tercera foto muestra a la Maestra Sandra Rodríguez con una de las obras que ella y su esposo Alberto Rodríguez crearon, caracterizando a un esqueletito a la usansa de la clase alta en México, durante el Porfirismo 1876-1910, en alusión a nuestra noble y ancestral tradición de Día de Muertos.
En la cuarta imagen vemos al Maestro Alberto Rodríguez sosteniendo dos de sus obras en procesos diferentes, la de su mano derecha está en etapa de endurecimiento; y la de su mano izquierda, en etapa de empapelado.
En la quinta foto podemos admirar a la maestra Sandra atrás de un esqueletito caracterizado como un arquitecto que posee todos sus instrumentos de trabajo, y muebles necesarios para diseñar.
En la sexta imagen aparecen Sandra y Alberto con una Catrina Monumental de su diseño y creación. Elaborada con alma de acero galvanizado, cubierta y modelada con papel, y decorada completamente con pinceles.
En la séptima y octava fotos de la parte superior, los maestros Sandra Rodríguez G. y Alberto Rodríguez posan atrás de algunos de sus trabajos de cartonería, relacionados con la tradición de día de muertos de nuestro México.
De la novena a la treceava imagen vemos a Sandra y Alberto con algunas de sus creaciones de cartonería. En la catorceava y quinceava fotos aparecen Sandra y Alberto posando con Vivaracho, alebrije monumental ideado para el desfile que organiza el Museo de Arte Popular de la Ciudad de México cada año, y con el que participaron en Octubre de 2011.
En la segunda fotografía vemos a los maestros Sandra y Alberto Rodríguez Rodríguez con su Alebrije Monumental participante del 7º Desfile de la Ciudad de México el 9 de noviembre de 2013, organizado por el MAP, llamado Fortunato.
La tercera foto muestra a la Maestra Sandra Rodríguez con una de las obras que ella y su esposo Alberto Rodríguez crearon, caracterizando a un esqueletito a la usansa de la clase alta en México, durante el Porfirismo 1876-1910, en alusión a nuestra noble y ancestral tradición de Día de Muertos.
En la cuarta imagen vemos al Maestro Alberto Rodríguez sosteniendo dos de sus obras en procesos diferentes, la de su mano derecha está en etapa de endurecimiento; y la de su mano izquierda, en etapa de empapelado.
En la quinta foto podemos admirar a la maestra Sandra atrás de un esqueletito caracterizado como un arquitecto que posee todos sus instrumentos de trabajo, y muebles necesarios para diseñar.
En la sexta imagen aparecen Sandra y Alberto con una Catrina Monumental de su diseño y creación. Elaborada con alma de acero galvanizado, cubierta y modelada con papel, y decorada completamente con pinceles.
En la séptima y octava fotos de la parte superior, los maestros Sandra Rodríguez G. y Alberto Rodríguez posan atrás de algunos de sus trabajos de cartonería, relacionados con la tradición de día de muertos de nuestro México.
De la novena a la treceava imagen vemos a Sandra y Alberto con algunas de sus creaciones de cartonería. En la catorceava y quinceava fotos aparecen Sandra y Alberto posando con Vivaracho, alebrije monumental ideado para el desfile que organiza el Museo de Arte Popular de la Ciudad de México cada año, y con el que participaron en Octubre de 2011.
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